La salud mental puede tener diversas alteraciones que interfieren en su equilibrio. Muchas personas pueden experimentar problemas de salud mental de forma ocasional a lo largo de sus vidas. No obstante, se considera que dichas situaciones pueden desembocar en un trastorno mental cuando los síntomas y signos se intensifican y permanecen en el tiempo, causando un malestar clínicamente significativo que interfiere con la vida diaria de quien los experimenta y su capacidad para desenvolverse con funcionalidad.
Dichas manifestaciones, entendidas como trastornos mentales, pueden ser de naturaleza temporal o duradera, en función de la cronicidad. Los trastornos mentales tienen impacto en la percepción, los procesos afectivos y cognitivos, el estado de ánimo, la conducta y la capacidad para crear y mantener relaciones de quienes los padecen.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) existen 400 tipos de trastornos mentales. Si bien cada trastorno tiene características propias que los diferencian entre sí, en muchos casos pueden presentar factores comunes, tales como la etiología o los síntomas, que hacen que puedan ser agrupados en categorías específicas. Este tipo de clasificaciones son utilizadas con el fin de conocer, comprender y trabajar los diferentes tipos de trastornos.
¿Cómo se clasifican los trastornos mentales?
La clasificación de los trastornos mentales, también conocida como la nosología o taxonomía psiquiátrica, es un aspecto esencial en la psiquiatría y otras profesiones relacionadas con la salud mental. Clasificar los diferentes tipos de enfermedades mentales es una tarea compleja que requiere de una profunda y concienzuda tarea de investigación. Disponer de una clasificación de los trastornos mentales posibilita el uso de un lenguaje común entre los investigadores y profesionales de la salud mental para describir la psicopatología, facilitando la replicación de trabajos de investigación, las acciones interdisciplinares, la homologación de los tratamientos, los estudios epidemiológicos así como los análisis de la efectividad de las terapias basadas en la evidencia.
No obstante cabe destacar que, dichas clasificaciones no están exentas de tener limitaciones puesto que, por citar un ejemplo, se corre el riesgo de ignorar o separar aspectos concretos que podrían estar estrechamente vinculados.
En la actualidad se reconocen dos sistemas de clasificación de los trastornos mentales ampliamente avalados. Estos son el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) elaborado por la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) y el Capítulo V de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) creado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si bien ambas clasificaciones de los trastornos mentales tienen sus diferencias, han convergido deliberadamente sus códigos en las revisiones más recientes, de forma que los manuales son, a menudo, comparables en términos generales.
¿Qué causa los trastornos mentales?
En el abordaje de los problemas de salud mental no cabe determinar una sola causa explicativa del trastorno mental.
En este sentido se considera más acertado hablar de multicausalidad pues pueden ser varios y diversos los factores que confluyen y contribuyen al riesgo de padecer un trastorno mental.
Cabe mencionar que los trastornos mentales, ni son homogéneos, ni, en muchas ocasiones, están separados por límites claros. Por nombrar un ejemplo que permita ilustrar esta afirmación, los individuos no pueden ser meramente etiquetados como «ansiosos» o «no ansiosos», ya que pueden experimentar múltiples grados de ansiedad.
A continuación se citan algunos de los factores de riesgo para desencadenar un trastorno mental:
- El peso genético y la historia familiar
- La experiencia de vida, los abusos ocurridos en la infancia
- Factores biológicos como desequilibrios químicos en el cerebro
- Estresores o experiencias vitales estresantes
- Una lesión cerebral traumática
- El consumo de sustancias tales como el alcohol o las drogas
- Padecer una enfermedad como por ejemplo el cáncer
- La escasa o nula socialización y el aislamiento
¿Cuáles son los síntomas de los trastornos mentales?
Los signos y síntomas de una enfermedad mental pueden variar según el trastorno, la persona y sus circunstancias así como el peso de otros factores anexos. Los síntomas de los trastornos mentales suelen tener impacto principalmente en las emociones, los pensamientos y las conductas de las personas que los experimentan.
Algunos ejemplos de los signos y síntomas de los trastornos mentales son:
- Sentimientos de tristeza o desánimo
- Pensamientos confusos o capacidad reducida de concentración
- Preocupaciones o miedos excesivos
- Sentimientos intensos de culpa o vergüenza
- Inestabilidad emocional, altibajos y cambios radicales de humor
- Distanciamiento de las amistades y de las actividades y/o aislamiento
- Cansancio desproporcionado, baja energía y problemas de sueño
- Desconexión de la realidad (delirio), paranoia o alucinaciones
- Incapacidad para afrontar los problemas o el estrés de la vida diaria
- Problemas para comprender y relacionar las situaciones y las personas
- Problemas con el uso de alcohol o drogas
- Cambios importantes en los hábitos alimentarios
- Cambios en el deseo sexual
- Ira, hostilidad o violencia intensa
- Pensamientos suicidas
- En ocasiones, los síntomas de un trastorno de salud mental pueden manifestarse a través de dolencias físicas (somatizaciones), tales como dolor de estómago, dolor de espalda, dolores de cabeza u otros dolores y molestias inexplicables por un problema de naturaleza física.
Las principales clases de trastornos mentales más comunes son las siguientes:
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Trastornos del neurodesarrollo:
En esta categoría se recopila una amplia gama de problemas que usualmente tienen su inicio en la infancia o niñez. Por citar algunos ejemplos se incluyen el trastorno del espectro autista, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y los trastornos del aprendizaje.
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Espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos:
Los trastornos psicóticos se caracterizan principalmente por la pérdida de conexión con la realidad y la aparición de delirios, alucinaciones y/o pensamiento y habla desorganizados. El trastorno más comúnmente conocido es la esquizofrenia, no obstante otros tipos de trastornos también pueden experimentar una pérdida de contacto con la realidad.
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Trastorno bipolar y otros trastornos relacionados:
Esta fracción incluye trastornos en los que destacan la alternancia entre episodios de manía (períodos de actividad excesiva, energía y excitación) y depresión.
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Trastornos depresivos:
En este punto se ubican los trastornos que tienen impacto, especialmente, en el funcionamiento emocional y afectivo, como pueden ser el grado de tristeza y bienestar experimentado. Algunos ejemplos incluyen el trastorno depresivo mayor y el trastorno disfórico premenstrual.
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Trastornos de ansiedad:
La ansiedad radica en la percepción anticipatoria de un peligro o amenaza que viene acompañada de una preocupación y malestar intensos. Por normal general, las personas que experimentan ansiedad despliegan conductas de huida o evitación con el objeto de protegerse de las situaciones o eventos que les refieren ansiedad. En esta categoría se incluyen el trastorno de ansiedad generalizada y el trastorno de pánico entre otras.
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Trastorno obsesivo compulsivo y trastornos relacionados:
Este tipo de trastornos suponen la vivencia de preocupaciones obsesivas y acciones repetitivas o rituales cuyo fin radica en tratar de reducir el malestar experimentado. Algunos ejemplos de esta tipología son el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno de acumulación y la tricotilomanía.
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Trastornos relacionados con el trauma y el estrés:
Estos son considerados trastornos de adaptación en los cuales la persona experimenta una gran dificultad para lidiar con situaciones estresantes o con el impacto que una vivencia traumática ha tenido en sus vidas. Algunos ejemplos incluyen el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y el trastorno de estrés agudo.
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Trastornos disociativos:
Se trata de trastornos en los cuales la persona experimenta un sentido de sí mismo alterado. En esta clase de trastornos se encuentran el trastorno de identidad disociativa y la amnesia disociativa.
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Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados:
Una persona que padece este tipo de trastornos adolece de una sintomatología física que causa una angustia emocional intensa así como potenciales problemas de funcionamiento. En estos casos puede o no estar presente una afección médica diagnosticada que pueda explicar dichos síntomas, pero la reacción a los síntomas está íntimamente ligada al malestar en cualquier caso.
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Trastornos de la conducta alimentaria y de la ingesta de alimentos:
En esta categoría quedan recogidos los problemas relacionados con la alimentación que afectan la nutrición y la salud. La bulimia y la anorexia nerviosa son algunos de los trastornos más comunes.
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Trastornos del sueño-vigilia:
En este punto quedan recogidas las alteraciones del sueño que son lo suficientemente significativas como para requerir atención clínica. El insomnio o la apnea del sueño son ejemplos comunes de este tipo de patologías.
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Trastornos de la conducta y control de los impulsos:
Estos trastornos se asocian principalmente con los problemas de autocontrol emocional y conductual, como pueden ser la cleptomanía o el trastorno explosivo intermitente entre otros.
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Trastornos relacionados con las sustancias y trastornos adictivos:
Este tipo de trastornos está ligado a los problemas asociados con el uso excesivo de alcohol, cafeína, tabaco y otras drogas. Cabe señalar que en esta clase también quedan incluidas las adicciones sin sustancias como puede ser la ludopatía o adicción al juego.
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Trastornos neurocognitivos:
La principal característica de los trastornos neurocognitivos reside en el impacto en la capacidad para pensar y razonar con claridad. Estos problemas cognitivos adquiridos (en lugar de tratarse de problemas de desarrollo) incluyen el delirio, así como trastornos neurocognitivos debidos a afecciones o enfermedades como pueden ser las lesiones cerebrales traumáticas o la enfermedad de Alzheimer.
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Trastornos de personalidad:
Un Trastorno de la Personalidad implica un patrón duradero y persistente de inestabilidad emocional y relacional que cursa con comportamientos que generan problemas en la vida cotidiana. Estos trastornos se caracterizan principalmente por la presencia de patrones de pensamiento, percepción, reacción y relación duraderos y repetitivos que provocan un malestar significativo en quien los padece. Estas conductas interfieren con la capacidad de la persona para desempeñarse funcionalmente en las relaciones interpersonales, el trabajo y otros contextos. Algunos ejemplos son los trastornos límite, antisocial y narcisista de la personalidad.
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Otros trastornos mentales:
En esta clase quedan recogidos los trastornos mentales que se deben a otras afecciones médicas o que no cumplen con todos los criterios de uno de los trastornos mencionados anteriormente.
¿Cuándo acudir a un profesional?
En este punto cabe destacar la relevancia que tiene que las personas que experimentan problemas de salud mental puedan tener acceso a la atención médica y demás recursos y servicios sociales que les puedan ofrecer el tratamiento que necesitan. De otra parte, es igualmente importante promover y garantizar la presencia de una red de apoyo social con el fin de fomentar la mejora de la situación clínica.
La presencia de uno o varios de los signos o síntomas anteriormente citados pueden ser la antesala de un trastorno mental o bien manifestaciones que indican la potencial presencia de un trastorno mental. Siguiendo esta reflexión, en estos casos cobra especial importancia atender dichos problemas de salud y por tanto, acudir a un proveedor de atención primaria o a un profesional de salud mental es fundamental para poder recibir el tratamiento adecuado. Se antoja necesario tener presente que, en la mayoría de los casos, los trastornos mentales no mejoran por sí solos y, con el paso del tiempo y sin la intervención profesional ajustada a las necesidades de la persona y su situación, se corre el riesgo de experimentar un agravamiento de los síntomas y el malestar asociado.
En la actualidad se dispone de tratamientos eficaces basados en la evidencia que permiten incidir, con la ayuda de un profesional, en los trastornos mentales de forma que generen un alivio en el sufrimiento que causan.
El Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2020 de la OMS, que fue aprobado por la Asamblea Mundial de la Salud en 2013, reconoce que la salud mental es un elemento esencial para el bienestar de todas las personas.
Este Plan tiene cuatro objetivos nombrados a colación:
- Reforzar un liderazgo y una gobernanza eficaces en el ámbito de la salud mental
- Proporcionar en el ámbito comunitario servicios de asistencia social y de salud mental completos, integrados y con capacidad de atención y respuesta
- Poner en práctica estrategias de promoción y prevención en el campo de la salud mental
- Fortalecer los sistemas de información y divulgación de los datos científicos y las investigaciones sobre la salud mental
En última instancia cabe resaltar que una combinación adecuada de programas de prevención e intervención en materia de salud mental, en los marcos de estrategias públicas generales, puede evitar o ayudar a mermar el sufrimiento de las personas así como reducir el estigma que, en numerosas ocasiones, acompaña a la realidad de los trastornos mentales.