Diagnóstico del Trastorno Límite de Personalidad

Diagnóstico del TLP

El Trastorno Límite de la Personalidad es una enfermedad mental grave. Consiste en un patrón dominante de inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la autoimagen y de los afectos, acompañado de impulsividad intensa que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos. Se manifiesta por cinco (o más) de los hechos siguientes.

Criterios de diagnóstico del Trastorno Límite (DSM-5)

La Asociación Americana de Psiquiatría ofrece un manual  denominado DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), donde estipula los 9 criterios de diagnóstico para personas que sufren  Trastorno Límite de Personalidad (BPD – Borderline Personality Disorder). Cumplir con al menos 5 de los 9 criterios debería bastar para diagnosticar esta enfermedad mental.

1. Esfuerzos desesperados para evitar el desamparo real o imaginado

Significa que, ante el miedo (imaginado o real) o ante el abandono, las personas con Trastorno Límite utilizan a veces herramientas desesperadas, como pueden ser amenazas de muerte o de autolesión para evitar ser abandonados.

2. Patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas

Que se caracteriza por un cambio entre los extremos de idealización -es decir, una profunda admiración, cariño, etc.-  y devaluación, que sería todo lo contrario.

3. Inestabilidad intensa y persistente de la autoimagen y del sentido del yo

Lo que significa que muestran dificultad para describirse a sí mismos. Si pides que busquen una imagen de ellos mismos, suele aparecer una imagen difusa. No saben qué les gusta o qué proyectos quieren desarrollar, porque no saben quiénes son.

4. Impulsividad en dos o más áreas y que son potencialmente dañinas/autolesivas para sí mismos

Un ejemplo de estas áreas de impulsividad pueden ser gastos sin control, sexo, consumo de drogas, conducción temeraria o atracones alimentarios.

5. La existencia de un comportamiento, actitud o amenazas recurrentes de suicidio, así como comportamientos de automutilación

Este criterio abarca muchas de las reacciones por las que los pacientes de TLP acuden a urgencias. La mayoría de estos comportamientos se suelen interpretar como chantajes y manipulaciones cuando en realidad es la manera efectiva que el paciente ha encontrado para hacer frente a emociones intolerables y para poder regularse. (Aunque cabe destacar que este criterio no es imprescindible para realizar el diagnóstico)

6. Inestabilidad afectiva referida a cambios constantes en el estado de ánimo

Por ejemplo, que haya episodios intensos de irritabilidad o ansiedad que generalmente duran unas horas y, rara vez, más de unos días, que ‘desaparecen’ sin razón aparente.

7. Sensación crónica de vacío

Muchos lo expresan como un agujero en el pecho e incluso lo llegan a confundir con aburrimiento.

8. Ira inapropiada e intensa, o dificultad para controlarla

Por ejemplo, las explosiones de rabia, romper o tirar cosas o las peleas físicas.

9. Ideas paranoides transitorias relacionadas con el estrés o con síntomas disociativos graves

Como amnesias en las que llegan a perder la noción del espacio o del tiempo, o con síntomas de tipo vasovagal como desmayos. Es decir, puede tener la sensación de que los demás les observan, hablan de ellos o que les persiguen, incluso alucinaciones auditivas en forma de voces pero son breves en el tiempo y circunscritas a momentos de estrés.

Es importante saber que…

El diagnóstico es responsabilidad de profesionales expertos como psiquiatras especializados en trastornos de personalidad y que estén a cargo del caso específico de la persona así como psicólogos clínicos. Es necesario que la persona lleve en atención un tiempo prudencial, en torno a uno o dos meses,  para que el profesional tenga toda la información necesaria para dicho diagnóstico, por lo tanto,  el diagnóstico no se podrá facilitar en una primera sesión si no que harán falta más.

Generalmente los trastornos de personalidad se diagnostican a partir de los 18 años de edad, fecha en la que los profesionales entienden que la personalidad ya está formada y cristalizada y que no hay margen para cambios significativos que pudiesen alterar dicho diagnóstico. No obstante, es cierto que la persona que presente rasgos o una predisposición al trastorno de personalidad deberá buscar ayuda de igual manera para poder realizar una prevención eficaz y evitar que el trastorno se encripte y sea más difícil poder trabajar sobre él.

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