Según el DSM, el trastorno límite de la personalidad es definido como un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad, con una notable impulsividad.
Establece su inicio en el comienzo de la edad adulta constatándose en diversos contextos. Descrito el TLP, podríamos proceder a entender los diferentes síntomas que lo conforman.
Pero, ¿los síntomas nos hablan de una enfermedad o de un trastorno?
Un síntoma es el signo inequívoco de un funcionamiento anómalo de alguna parte de nuestro cuerpo. Un ejemplo, si tenemos dolor en un brazo es un síntoma, pero su origen puede ser muy dispar y depende de varios elementos. Es decir, si es un dolor en el brazo izquierdo, podemos estar ante una enfermedad cardio-vascular. Si el dolor es agudo e intenso, podemos estar ante una fractura ósea. Pero si el dolor solo aparece al realizar algún movimiento, puede ser una simple fatiga muscular o tendinosa. Llegamos a la conclusión de que un síntoma puede estar provocado por diferentes causas y su diagnóstico dependerá en gran medida de su funcionalidad y estructura.
Podemos comprender por tanto la dificultad y relevancia de un diagnóstico acertado. Es por ello, que el estudio de los síntomas, la estructura y la etiología son fundamentales para su adecuada intervención.
Describíamos el TLP como un patrón generalizado de inestabilidad en diferentes ámbitos de la persona. Y dentro del concepto de enfermedad deben estar presentes los síntomas que lo conforman y/o la causa biológica conocida que los sustenta.
Podríamos pues, incluir al TLP como una enfermedad, ya que, aunque no se conocen de forma unívoca las causas biológicas que lo provocan, si se conoce una lista de síntomas que lo definen.
Entonces, ¿por qué se define como un trastorno y no como una enfermedad?.
El trastorno se comprende como un estado de salud alterado, provocado o no por una enfermedad.
El TLP por tanto, se puede incluir también en esta concepción clínica. Entendiendo que el concepto de trastorno, se utiliza comúnmente en el ámbito de la salud mental. Y se comprende como un cambio desadaptativo que genera malestar en la persona, afectando a sus procesos mentales.
El uso de este término, trastorno, viene provocado por el desconocimiento de si las alteraciones bioquímicas del organismo asociadas a los desajustes psiquiátricos, justifican el desarrollo de los síntomas propios de una enfermedad mental.
Desde la perspectiva epigenética, se está estudiando la etiología de estas dificultades, desde la relación entre la persona y su entorno conjugado con su carga genética. Lo que da como resultado síntomas conductuales, reflejo de las alteraciones bioquímicas que sufre la persona.
Es por ello, que se asocia el concepto de trastorno, a aquellos estados anormales y alteraciones de la salud que sufre una persona, mientras que el concepto de enfermedad, es utilizado cuando se conoce de forma inequívoca la etiología de los síntomas que producen la alteración en la salud.
¿Conclusión?
Tanto el concepto de enfermedad, como el de trastorno, son concepciones clínicas que pretenden clarificar y organizar, pero como acabamos de ver en el caso de los trastornos mentales, las diferencias son tan intrincadas que se puede caer en la confusión.
Esclarecer que el concepto de trastorno, sirve para describir las señales de la alteración de la salud en la que se encuentra una persona, mientras que el de enfermedad señala una relación de causalidad, porque incluye las causas concretas de la falta de salud.
Por tanto, entendiendo que las causas del TLP todavía no están definidas claramente, pero sabiendo que su etiología es multifactorial, se comprende que el trastorno mental no puede ser definido como algo fijo, inamovible y sustentado únicamente en un déficit biológico de origen genético, sino como algo dinámico, cambiante y que afecta a diferentes ámbitos de la persona, sin conocer cual sustenta o provoca cual.
Por ello, su posición dentro de un criterio clínico u otro no es relevante, siéndolo entender su funcionamiento y estructura que lo conforman.
Es importante por último resaltar, que la enfermedad no es mas grave que el trastorno ni viceversa, y no son términos para definir una dificultad, sino preceptos clínicos para su organización y comprensión.