Las relaciones interpersonales y el TLP

30 Jul, 2020

Uno de los criterios fundamentales para el diagnóstico del trastorno límite de la personalidad es la presencia de relaciones interpersonales intensas e inestables mantenidas en el tiempo, que suele estar acentuado por la alternancia entre la idealización y la devaluación.

La presencia de estos síntomas puede generar un gran desconcierto en los demás, ya que la mayoría de las veces se presenta una incongruencia entre lo que siente y necesita y lo que después hace o verbaliza. Un ejemplo, sería la dependencia-independiente que muestran estos pacientes, desarrollando necesidades como la de consultar cualquier toma de decisión, ir acompañados cada vez que tienen que hacer o resolver algo o llamar varias veces al día a personas de su círculo cercano. A la vez que generan conductas de dependencia indirecta como respuestas hostiles hacia otros e intentos fallidos de diferenciación.

Es muy difícil entender como un “no quiero que me ayudes” o un “vete, déjame en paz” realmente pueda querer decir “te necesito”.

Otro aspecto a tener en cuenta, es el pensamiento dicotómico que presentan muchas veces estos pacientes. Que cambian incluso en cuestión de horas pasando de idealizar a una persona a devaluarla porque no se ha sentido lo suficientemente atendida o porque piensa que no lo quiere o lo rechaza. Cualquier pequeña interferencia puede hacer cambiar a la persona de un extremo al otro.

Existen otros activadores o disparadores como el sentimiento de inseguridad, la hipersensibilidad o la equivalencia psíquica. Es decir, la persona puede llegar a pensar que sus ideas no son representaciones de la realidad sino réplicas directas y por tanto son compartidas por todos. 

Por último, otro aspecto que complica las relaciones interpersonales es la tendencia a personalizar las reacciones o comentarios de los demás. Además de interpretarlos como algo en su contra. En situaciones de mucha activación puede aparecer un fuerte sentimiento de desconfianza e incluso llegar a pensar que los otros quieren dañarlos.

Todo ello se relaciona con falta de experiencias emocionales positivas, entornos invalidantes o problemas de apego. Y por la tendencia a mirarse y reconocerse por lo que los demás piensan sobre él.

Sin embargo, es fundamental remarcar las potencialidades relacionales que estas personas presentan como la sensibilidad; a veces hiperdesarrollada. Pero que si se trabaja puede ser una herramienta muy valiosa, la capacidad intuitiva que tienen y la empatía hacia el otro.

Por tanto habría que tener en cuenta que cuando recibimos un ataque por su parte, probablemente esa no sea la intención. Sino que detrás lo que se muestra es una necesidad de pedir ayuda de manera desesperada y de regular la angustia que muchas veces les desborda. Sin embargo, es importante tener en cuenta el contenido. Porque a pesar de que a veces las reacciones puedan ser desproporcionadas la vivencia de la persona siempre debe ser validada.

Para finalizar, es importante entender que una relación siempre es bidireccional por lo que existe un margen de maniobra en la persona no afectada. Las habilidades que serían necesarias para sostener una relación cuando se da este tipo de sintomatología en la otra persona son:  

  • La capacidad de escucha activa
  • El no juicio
  • La capacidad para regular el tono de voz disminuyéndolo en momentos de tensión
  • La capacidad para utilizar el tiempo fuera o el dejar la conversación cuando la persona esté muy activada
  • La no invalidación de la persona como la comparación constante “si yo fuese tú trataría de no llegar a este punto”
  • La no utilización del “deberías” o “tienes que”
  • Disminuir las expectativas sobre el otro
  • Cambiar exigencias por peticiones
  • Elegir el momento adecuado para tener una conversación o proponer un cambio
  • Hacerle saber cosas buenas que la persona también presenta
  • Comprender que estas personas sufren y sufren muchísimo, sintonizar con ellas y acercarnos a su mapa de realidad

Acerca del autor

Ana Cabadas

Ana Cabadas

Psicóloga en AMAI TLP

Psicóloga general sanitaria con formación avanzada en terapia sistémica y familiar y EMDR. Posee una amplia experiencia en Trastorno Mental Grave trabajando como psicóloga en clínicas de neuropsiquiatría. Coordina el taller grupal de jóvenes.

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