Skip to main content

En la sociedad actual aprender a convivir y manejar las redes sociales es materia obligatoria para todos. Ya que se han convertido en la nueva herramienta de comunicación por excelencia. 

Las redes sociales según algunos, manejan nuestro mundo, la actualidad en la que vivimos. Deciden qué, cómo y cuándo consumimos, deciden nuestros planes y nuestra manera de vestir. Hasta se han convertido en nuestras fuentes de información. Y llegan a ser, la manera en la que nos relacionamos con los demás. Es por ello que existe una estrecha relación entre las redes sociales y la salud mental. 

 

¿Y la relación con el Trastorno Límite de la Personalidad?

Si hablamos sobre el trastorno límite, este trastorno es una patología de la inestabilidad y del impulso. Que cursa con aspectos identitarios difusos, sentimientos de inseguridad y de inferioridad en la mayoría de los casos. Es por ello, que las redes sociales suponen un arma de doble filo para las personas que lo sufren si no se trabaja para que aprendan a manejarlo de manera adecuada. 

Las redes sociales, muchas veces son vividas como ventanas que muestran ideales del yo inalcanzables en sí mismos ya que carecen de principio de realidad. Muestran aspectos generalmente cribados de la realidad, sentimientos de felicidad permanentes basados en la gratificación a través de lo instrumental. Así como, el hedonismo como valor principal, la importancia de la apariencia, de la imagen física y de lo que muestro a los demás y no lo que guardo dentro. 

Si se lee desde ahí, esto nos puede llevar a engaño, a sentir frustración viendo la vida que llevamos. Porque no vivimos en una casa con piscina en verano y chimenea en invierno, porque vamos en transporte público a trabajar o porque veraneamos en nuestro pueblo. Y en vez de valorarlo, nos castigamos y tratamos de buscar la forma de alcanzarlo. Y es entonces cuando volvemos a frustrarnos y a alejarnos del camino de aceptación, tan necesario en el proceso de recuperación. 

Además, desde la dificultad de establecer relaciones con los otros, las redes sociales pueden suponer un problema añadido. Ya que su accesibilidad casi inmediata hace que el control de impulsos sea mucho más difícil de manejar. Pudiendo llegar a enviar muchos mensajes en un minuto sin apenas tener conciencia del contenido o de la manera en la que lo estoy expresando. Si es de manera asertiva o estoy utilizando el pasivo agresivo, sin mentalizar y pensar si el otro estará ocupado o será el momento adecuado para decírselo. 

A esto se añade el elemento de distancia física con el otro mientras me comunico. Este, elimina aspectos comunicacionales tan importantes como son el lenguaje no verbal, como el lenguaje corporal o el tono de voz. 

 

Consejos

Es por ello, que muchas veces conversaciones llevadas a cabo por estas vías dan lugar a malos entendidos y a estallidos de enfado. Incluso a crisis sintomáticas por haber generado un sentimiento de desconfianza o malestar. Situaciones como: “me ha leído, han pasado horas y no me ha contestado, eso es que no quiere saber nada de mi”, “no me contesta a los mensajes pero ha subido una foto con otros amigos y parece feliz, eso es que yo sobro en su vida”. Ambas, reflejan el elemento común de interpretación disfuncional, que es el hacer suposiciones además no mentalizar. 

Es por ello, que en todo proceso de terapia, es importante trabajar sobre el uso adecuado de las redes, entendiendo que debo ser selectivo en cuanto a lo que consumo. Evitando aquel contenido que me conecte con sentimientos de vulnerabilidad y sustituirlo por otro que me lleve a buscar herramientas para mi día a día. Como planes de ocio y tiempo libre, gestión del tiempo, alimentación o salud mental. Además del que consumo es importante el cuándo y cuánto, se recomienda tener un consumo no superior a dos horas al día con descansos entre medias. Y reducir la exposición por la noche antes de dormir por la hiperestimulación que supone. 

 

Conclusiones

En casos de bajo control de impulsos, a veces es recomendable un elemento de control externo que nos haga tomar conciencia del contenido que vamos a comunicar (whatsapp) como poner una clave o limitar el tiempo de uso. Así como, entender que para asuntos personales emocionalmente sensibles las vías de comunicación deberían ser otras en las que pueda contar con más elementos comunicacionales como puede ser una llamada telefónica o una cita con la persona. 

Por todo lo anterior, es importante hacer un trabajo de autoconocimiento con respecto al modo en el que nos relacionamos con las redes sociales. Sabiendo, cuáles son los beneficios que recibimos y cuales son las desventajas y desde ahí aprender a poner límites y convertir las potencialidades que guardan en recursos para uno mismo.