El levantarse cada mañana, tener una rutina diaria para ir al taller prelaboral, es el inicio de una futura rutina que también se repetirá en el ámbito laboral, conlleva el relacionarse con un grupo de trabajo de personas con los mismos problemas en nosotros, y que poco a poco, con la intermediación de los psicólogos que participan, se logra conseguir una confianza que uno mismo gesta día a día acudiendo al taller.
Así, la aparente tarea manual queda relegada a segundo plano cuando se ve que se ha conseguido no sólo tener una rutina diaria, sino una seguridad en uno mismo de forma paulatina en relación a mantener una conversación habitual que hubiera sido fruto de ansiedad y miedos antes de acudir al taller prelaboral.