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El trastorno límite de personalidad es la patología que nos ocupa. Es importante tratar de explicar comportamientos asociados o cuadros que puedan ser predecesores de esta estructura de personalidad en la edad adulta.

Lo que observamos en la clínica es que un alto porcentaje de personas que sufren TLP han experimentado durante la infancia y adolescencia problemas de conducta o un trastorno por conducta específicamente. Estas situaciones supondrían un factor de riesgo a la hora de desarrollar un trastorno límite de personalidad.

El trastorno de conducta está definido en el manual DSM V como un patrón repetitivo en el que no se respetan los derechos de otros, las normas o reglas sociales. Para su diagnóstico tienen que darse 3 de los 15 criterios que expondremos a continuación de manera persistente en los últimos 12 meses, y uno de los tres debe haber existido en los últimos 6. Esos criterios son:

Agresión a personas o animales:

  1. Amenaza, acosa o intimida.
  2. Inicia peleas
  3. Utilización de un arma que puede provocar daños
  4. El ejercicio de la crueldad contra determinadas personas
  5. Ha ejercido la crueldad contra animales
  6. Ha robado enfrentándose a la víctima
  7. Violación de una persona

Destrucción de la propiedad:

  1. Ha prendido fuego deliberadamente
  2. Destrucción  deliberadamente la propiedad de alguien

Engaño o robo:

  1. Invasión a una  casa, un automóvil o un edificio ajeno.
  2. A menudo miente para obtener objetos, favores o evitar responsabilidades.
  3. Hurto de  objetos no triviales.

Incumplimiento grave de las normas:

  1. A menudo sale por la noche, con la prohibición de sus padres antes de los 13 años de edad.
  2. Ha pasado una noche fuera de casa sin permiso mientras vivía con sus padres o en un hogar de acogida, por lo menos dos veces o una vez sí estuvo ausente durante un tiempo prolongado.
  3. Con frecuencia falta en la escuela, empezando antes de los 13 años.

Para realizar este diagnóstico habría que tener en cuenta si es de tipo infantil (antes de los 10 años), adolescente (después de los 10) o no especificado; si existen emociones prosociales limitadas, falta de remordimientos o culpabilidad; si es insensible o carente de empatía, despreocupado por el rendimiento o afecto superficial o deficiente. En función de la gravedad hablaríamos de casos leves, moderados o graves.

Si los criterios para el trastorno de conducta no se cumplen y aparecen dichos comportamientos sin cumplir los criterios podemos estar hablando de problemas de conducta con inicio en infancia o en adolescencia.

Es importante tener en cuenta que dicho diagnóstico puede aparecer de manera comorbida con trastorno de conducta alimentaria, adicción a sustancias, tdah, trastorno de aprendizaje, depresión, ansiedad o adicciones comportamentales.

Generalmente el tratamiento es de corte cognitivo conductal, incorporando a la familia como elemento nuclear del mismo. Se incluyen pautas para los padres y profesores que faciliten el proceso del menor, así como sesiones individuales y grupales que cuenten con herramientas y recursos de autocontrol, reeducación conductual y herramientas para el manejo de la ansiedad que pueda ser un disparador para dichas conductas desadaptativas.

Por tanto si observamos conductas relacionadas con lo aquí expuesto en menores, sería fundamental acudir a un profesional experto para poder tener una valoración o psicodiagnóstico del caso. Así podremos focalizarnos en tratar el problema o trastorno y en prevenir cuadros psicopatológicos de mayor gravedad y complejidad en la edad adulta.