Cuando sufrimos, cuando tenemos angustia, cuando nos sentimos en peligro o no soportamos la intensidad de lo que sentimos, en definitiva, cuando hay dolor utilizamos recursos protectores que es lo que los psicólogos llamamos mecanismos de defensa. Freud dice que son mecanismos contra los instintos y para la búsqueda de placer.
En principio nos protegen de una determinada situación y en ese sentido son útiles. El problema es que los utilizas para todas las situaciones haga falta o no; como funcionaron en un momento en el que lo necesitabas sigues haciéndolo. Son un arma de doble filo, o dicho de otra manera tienes que pagar un peaje por ellos cuando los utilizas frente a todo tipo de dificultades porque así no afrontas los conflictos de manera adaptada y eso te trae nuevos problemas.
Los mecanismos de defensa más habituales son: represión, regresión, formación reactiva, racionalización, inhibición, intelectualización, identificación proyectiva, conversión en lo contrario, vuelta contra sí mismo, generalización, disociación, quejas y rechazo de ayuda, sentido del humor, desplazamiento, sublimación.
Los mecanismos de defensa utilizados principalmente por la persona que tiene TLP son tres: la identificación proyectiva, la regresión y la generalización.
En la identificación proyectiva lo propio lo pones en el otro, atribuyendo incorrectamente a los demás sentimientos, impulsos propios que le resultan inaceptables. A diferencia de la proyección simple, en este caso el individuo no repudia totalmente lo que proyecta. Al contrario, el individuo es consciente de sus afectos o impulsos, pero los interpreta incorrectamente al considerarlos reacciones justificables frente a otras personas. No es raro que el individuo atribuya sus propios sentimientos a otros, haciendo que sea difícil esclarecer quién hizo algo a alguien en primer lugar.
Según Dolores Mosquera la identificación proyectiva es un mecanismo de defensa que el paciente utiliza para intentar separarse o deshacerse de una parte de sí mismo que no quiere o que no le gusta y atribuírsela a otra persona. Se puede ver muy claro en los dos ejemplos siguientes: un paciente que está instalado en el egocentrismo. Se frustra cuando las personas no reaccionan según lo esperado, pero lo expresa enfadándose. Le dice al terapeuta: ‘ Y tú eres psicólogo? Lo que eres es un egocéntrico, engreído, que se cree el ombligo del mundo y que sabe más que los demás. No sé cómo puedo estar aquí perdiendo el tiempo con tus memeces. Es decir: no sé cómo puedes estar aquí perdiendo el tiempo con alguien como yo y escuchando tantas tonterías. Otro ejemplo: un paciente le pide un trato especial al terapeuta. El terapeuta le explica que no puede ser, que ya han pasado por eso en otras ocasiones y que cada vez que le dan una mano, él coge un brazo. El paciente se enfada y dice: «No te enteras de nada. Era una broma, además ‘quién querría tu brazo? Te crees superior a los demás’ Es decir: No me da un trato especial porque no le importo. Me empeño en recibir un trato especial cuando soy inferior a todos los demás
La regresión habla de una trayectoria en sentido inverso de algo alcanzado a otro punto anterior. Es decir, cuando algo que no se puede sostener, te vas hacia atrás, a otro lugar donde te sentías seguro. Es un retorno a formas anteriores del desarrollo del pensamiento, de las relaciones objetales o del comportamiento. Un ejemplo muy típico es cuando un niño de 4 o 5
años tiene un hermano, vuelve a utilizar el chupete. Otro ejemplo que sucede en la terapia con los pacientes es cuando avanzan en su tratamiento pero esa nueva posición les resulta muy inestable y vuelven a los síntomas que ya conocen, esto es lo que puede pasar en las recaidas; o también cuando están a punto de darles el alta empiezan a pasarles muchas cosas que hacen retrasar dicha alta, les da vértigo instalarse en esa nueva posición.
La generalización es “el todos lo hacen” en donde no hay un yo fuerte que pueda tener criterio propio. Es la eterna comparación. Nos puede servir de ejemplo una persona que tiene dificultades para tener pareja y su discurso es: “todas las parejas que conozco tienen problemas, hablas con ellos y están hartos de sus mujeres, les ponen los cuernos. Las mujeres se callan y lo soportan todo o les desvalorizar: “no sabe ni freir un huevo” “para que quiero yo un hombre que ni me ha regalado un anillo de diamantes”. Las parejas están juntas por el tema económico y por los hijos”. Con estas reflexiones impide mirarse a sí mismo y descubrir el miedo o inestabilidad que le produce el encuentro con el otro.
En esta continua comparación del TLP si su problema es de autovaloración, los demás siempre lo van a hacer mejor; si sus rasgos son narcisistas, los otros siempre quedarán por debajo.
En el TLP también se pueden utilizar otros mecanismos de defensa como son la idealización y el acting out (comportamiento impulsivo).
En estos mecanismos vemos la característica común del TLP: siempre tienen que estar en relación con el otro. Si hay elementos de herida, el otro se vive como alguien que va a agredir. Se puede percibir desde otro lado y así el otro es alguien ausente.
Bibliografía
- Ana Freud.- “El yo y los mecanismos de defensa”
- Mª José Fernández Guerrero.- “Trastorno Límite de Personalidad. Estudio de un concepto controvertido”
- Dolores Mosquera.- “Diamantes en bruto I”
Autor
Inmaculada de Haro Requena