El síndrome del impostor y el Trastorno Límite de la Personalidad

9 Dic, 2021

Hoy hablamos sobre un término que en los últimos meses no ha parado de crecer y de hacerse cada vez más conocido: El síndrome del impostor.

¿Cuál es su origen?

El término de síndrome del impostor fue acuñado por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes a finales de los años 70. Lo acuñaron para describir lo que veían que les pasaba a un buen número de mujeres de éxito. Estas mujeres, eran incapaces de asumir como propio y merecido la consecución de sus logros y éxitos. Sintiéndose un fraude, una impostora ante los demás y viviendo con angustia la posibilidad de que los demás la descubran.

A finales de los años 70 estas mujeres de éxito habían tenido que crecer y desarrollarse en una sociedad marcadamente machista y se sentían condicionadas para no mostrar su valía. Así como, despertar rivalidades y recelos ante sus pares hombres. En esa época, los hombres que alcanzaban el éxito en una disciplina hacían en un 80% una atribución interna. Es decir, atribuían  a la valía personal y al propio esfuerzo los motivos de su éxito. Sin embargo sólo el 40% de las mujeres de éxito hacían esa atribución interna. 

 

¿Es un diagnóstico clínico?

El síndrome del impostor no es considerado un diagnóstico clínico en sí mismo. Es principalmente la descripción de un fenómeno psicológico muy extendido y reconocible en muchos grados distintos. Además, puede estar presente en personas diagnosticadas de depresión, trastorno de la personalidad narcisista o paranoide, trastorno obsesivo compulsivo y también de forma muy relevante en personas con Trastorno Límite de la Personalidad.

 

El síndrome del impostor, la confianza en uno mismo y la autoestima.

En este síndrome del impostor lo que nos encontramos principalmente es que hay un daño a nivel emocional por el que la realidad y las razones objetivas de un éxito no sirven para apuntalar y reforzar la autoestima y la confianza en uno mismo. Por ejemplo: una persona que se sacó las oposiciones a notaría estudiando sólo dos años, piensa que eso sólo fue un golpe de suerte y que en realidad no sabe. Mientras que hay otros opositores mejor preparados y por ello, no se merece la plaza. 

Muchas de estas personas han crecido en un entorno familiar en el que siempre había alguien que era quien tenía éxito y realmente se lo merecía. Lo que hacía que esta persona tuviera que hacer frente a unas comparaciones y expectativas inalcanzables que le mantenían siempre frustrada y angustiada. 

 

¿Es algo que pasa a menudo?

El síndrome del impostor viene a ser el grado extremo de una sensación y un sentimiento. Si hablamos en cifras, en algún momento refiere haberlo vivido al menos el 40% de la población. La mayoría estudiantes y profesionales que desarrollan un trabajo intelectual y creativo.

 

¿En qué se caracteriza el Síndrome del Impostor?

Cuestionar la propia valía puede ser parte del proceso de autoconocimiento, puede servir para ahondar en el esfuerzo y la motivación para superarse y es normal que pudiera aparecer tras algún fracaso. Sin embargo el fraude y la impostura es un sentimiento que termina por convertirse en un rasgo de la personalidad y que acaba cuestionando la propia identidad. Aunque la inteligencia racional y la realidad confirmen la valía de la personas, esta se aferra de forma irracional al sentimiento de fraude. Así como al miedo a que el mundo entero se dé por fin cuenta y destrocen su vida.

Con el fin de compensar su sentimiento de fraude y sus miedos a ser descubiertos estas personas pueden ser perfeccionistas de forma obsesiva. Y también, pueden oscilar entre realizar esfuerzos titánicos por alcanzar un éxito que nunca va a ser suficiente y desfallecer fácilmente en el intento. Ya que se consideran tanto incapaces como no merecedores.

Tras la consecución de un logro importante o un éxito es muy común que no lo valoren, no les motive y no les sirva para interiorizar como valioso lo que les llevó al éxito.  

 

Síndrome del impostor y Trastorno límite de la personalidad.

El síndrome del impostor en sus grados más extremos puede ser entendido como un funcionamiento psicológico que forma parte de algunas de las sintomatologías que permiten el diagnóstico del Trastorno Límite de personalidad. Por ejemplo: esa sensación de fraude puede formar parte de la necesidad de autocastigarse, minusvalorarse y hacerse daño a uno mismo emocionalmente. 

La fragilidad y labilidad emocional están presentes en cómo oscila la persona entre el esfuerzo por alcanzar el éxito como mecanismo de defensa ante la falta de reconocimiento. Y por otro lado, como una forma de asegurarse el sentirse querido y no dar razones para ser abandonado junto con el sentimiento de fracaso, de no valía y de engaño a los demás. 

La incapacidad para sentir placer y gratificación ante los propios logros y sin embargo arrastrar siempre esa sensación de vacío es muy reconocible en las personas que padecen TLP.

En el caso de ser descubierto en lo que el impostor siente que ha sido su fraude y engaño, entraría en un estado tal de crisis de identidad que vendría a ser como el reset de después de un intento de suicidio.

Los niveles de ansiedad, estrés y paranoidismo ante la posibilidad de ser descubierto pueden ser asimilables a los síntomas disociativos del TLP. Y forman parte de la inestabilidad afectiva del impostor que vive con miedo y que malinterpreta desde una emoción negativa todo lo bueno que vive y que es capaz de conseguir.

Acerca del autor

AMAI TLP

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AMAI TLP, es la Asociación Madrileña de Ayuda e Investigación al Trastorno Límite de la Personalidad.

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