La disociación se entiende como una desconexión de la persona y su momento presente, puede ser una desconexión del entorno o de su propia actividad mental. La disociación se clasifica por los manuales de psicodiagnóstico como el DSM V como trastornos disociativo.
Relación entre disociación y Trastorno Límite
Los trastornos disociativos están estrechamente relacionados con el trastorno límite de personalidad. Si bien es cierto que muchos pacientes a pesar de cumplir ciertos rasgos del trastorno disociativo no cumplirían todos hay estudios que recogen esa relación, como el estudio de Ross(2007) con pacientes ingresados, donde encontró que el 59% de los pacientes diagnosticados de TLP cumplían criterios para un trastorno disociativo.
A su vez este diagnóstico se relaciona al igual que el trastorno límite con experiencias traumáticas.
Dentro de los trastornos disociativos el DSM V describe 3 subtipos:
Trastorno de identidad disociativo:
Perturbación de la identidad que se caracteriza por la alternancia de dos o mas estados de personalidad bien definidos, implicando una discontinuidad en el sentido del yo, así como alteraciones en la afectividad, el comportamiento o la memoria, es decir la persona manifiesta una amnesia disociativa, en la que aparecen lapsus de memoria reciente o lagunas sobre acontecimientos personales.
Amnesia disociativa:
Incapacidad para recordar información autobiográfica importante, generalmente relacionada con un acontecimiento traumático. Puede venir acompañada de fuga disociativa en la que la persona vagabundea o deambula aparentemente con un propósito pero la conducta es desorientada.
Despersonalización:
Experiencias de irrealidad, de sentirse un observador externo respecto a uno mismo.
Desrealización:
Experiencias de irrealidad y extrañeza relacionadas con el entorno.
Teoría de la disociación estructural
Desde otro punto de vista encontramos la teoría de la disociación estructural de Van der Hart que asocia los síntomas disociativos con el trauma. Plantea un mecanismo por el cual el trauma genera psicopatología e incluye todos los trastornos de base traumática y no sólo los trastornos disociativos. Explican que la disociación aparece cuando hay una falta de integración en la personalidad y aparece una fragmentación que en un principio es adaptativa para integrar situaciones incomprensibles o imposibles de tolerar de modo simultáneo, como por ejemplo una figura de referencia o de apego que se espera que sea cariñosa y sea abusiva. Por tanto esta teoría habla de la disociación desde que se dan partes fragmentadas de la personalidad o partes disociadas. Aparecen las partes aparentemente normales y las partes emocionales. La parte aparece normal funciona evitando los recuerdos traumáticos y están centradas en funcionar en el día a día. La parte emocional está centrada en la defensa frente al conflicto y está basada en el sistema traumático.
Conclusiones
Para trabajar los aspectos disociativos, tenemos que ir con mucha cautela, siempre de forma gradual, con tacto y teniendo en cuenta todo el tiempo la ventana de tolerancia de la persona, es decir hasta donde puede llegar en cada momento, por tanto debemos ser flexibles e irnos adaptando poco a poco. Antes de comenzar con la exploración es importante hacer psicoeducación para que la persona pueda entender las respuestas que el trauma puede generar y que vamos a hacer si esto sucede. A tener en cuenta como recursos estaría la atención dual, ayudar a la persona a estar conectada con el presente mientras trabaja con situaciones del pasado, a veces es útil utilizar un objeto que pueda lanzar y coger y así tener doble foco. Además, serán útiles las técnicas de grounding o enraizamiento como por ejemplo escuchar los sonidos del ambiente e identificarlos mientras trabajamos con los recuerdos traumáticos.
Por último, trabajaríamos con la diferenciación de las distintas partes disociadas para llegar a una integración de las partes en un yo adulto que pueda hacerse cargo.
En conclusión, los trastornos disociativos y el Trastorno Límite de la Personalidad son diagnósticos comórbidos que hay que tratar de manera específica siempre desde un vínculo y un encuadre de seguridad.