El verano es un periodo en el que aumenta la probabilidad de vivenciar crisis en las personas diagnosticadas con trastorno límite de personalidad (TLP).
Es un periodo donde estamos acostumbrados a cambiar, no solamente rutinas y horarios sino que también solemos ir a lugares nuevos. La finalidad es conocer y desconectar, pero hay que tener en cuenta que ello puede ser también vivido como la necesidad de adaptarse a un sitio desconocido con la incertidumbre que ello conlleva.
Crisis
No todas las crisis son iguales por lo que es importante reconocer desde donde se puede estar originando para poder dar la correspondiente gestión.
Hay crisis depresivas – apáticas debido a que su foco está puesto más en el vacío. Son muchas las pérdidas que se vivencian en el periodo estival a tener en cuenta y gestionar. El sentimiento de abandono que puede generarse al ser los amigos o los profesionales como terapeutas que les acompañan durante todo el año, quienes se van de vacaciones. Por ello durante estas fechas es bueno mantener y reincidir en la comunicación de los sentimientos para que acompañen a la persona diagnosticada de TLP a construir su apoyo emocional.
¿Qué influye en las crisis?
La falta de recursos que se tiene en algunos casos, junto con su deseo de independencia económica se hace más presente en estas fechas donde la gente de su entorno tiene posibilidad de realizar planes. Dicha comparativa puede ser motivo inicial de sufrimiento y conexión de vacío emocional e identitario.
También hay quienes pudiendo disponer del espacio/lugar de vacaciones conectan con la tristeza al no corresponder con su representación mental ideal de “vacaciones” ya que no vivencian las risas y el disfrute “ideal” que se muestra y aplaude en las redes sociales.
Lo que no se cuenta en esas redes sociales es que la convivencia 24/7 con la familia no es igual que durante el resto del año; que si ya la convivencia es más complicada en muchas familias, se acrecienta la posibilidad de crisis relacional cuando los rasgos límites de personalidad tienen que adaptarse. Siendo éste proceso activador de una crisis ansiosa – impulsiva.
Todas las crisis tienen un inicio y un fin pero no se caracterizan por una intensidad o duración determinada. Tampoco podemos determinar unos signos concretos ya que como hemos adelantado, en función del foco puede ser más depresiva o ansiosa e idiosincráticamente vivenciadas.
Ser acompañante
Proceder como acompañante en una crisis es posible y beneficioso. Toda formación al respecto del trastorno para las personas convivientes siempre ayuda, por lo que acercarse a centros especializados para la formación es aconsejable. No obstante a modo de pautas muy generales se propone comenzar con realizar un acuerdo previo donde, ante situaciones de crisis, la persona diagnosticada sepa dónde, cómo proceder y a quién recurrir en la búsqueda de ayuda para no quedarse solo y así evitar conductas de riesgo. En dicho acuerdo también se recogen hábitos de horarios en alimentación, sueño, ejercicio, rutinas de autocuidado y medicación prescrita. El TLP se caracteriza por inestabilidad emocional, que añadiendo un nuevo entorno y todo lo ya mencionado, va a ser de suma importancia poder tratar de mantener durante el periodo vacacional la mayor estructura y estabilidad posible de hábitos saludables.
Algunas herramientas útiles ante un grado bajo de ansiedad pueden ser: mantener la conversación sobre lo que se vivencia aceptando la sensación, técnicas de respiración diafragmática, consciencia y descripción del presente y/o la distracción con actividades que no se relacionan con el pensamiento recurrente temático de la crisis (pintar, hacer ejercicio, escuchar música,…).
Conclusiones
En cambio, si estamos ante un nivel de intensidad alto va a ser necesario hacer uso de recursos menos racionales y más sensitivos, como cambiar las paredes donde está, por ejemplo salir a dar un paseo al aire libre. Otras opciones son buscar la estimulación agradable e incondicionada para los 5 sentidos (escuchar algún sonido que te relaje, un sabor que mantener en la boca o un olor que te resulta agradable). Cuando se entra en escalada aumentando la activación, ayuda realizar cambios fisiológicos tales como lavarse las manos y la cara con agua fría hasta bajar un poco la temperatura corporal.
En caso de no poder reducir y/o entrar en colapso ante la situación, recurrir al tratamiento farmacológico de rescate y/o acudir a urgencias para atención y gestión médica especializada.
En cualquier caso, el trabajo terapéutico ayudará entre otras cosas, a que la persona afectada pueda identificar, gestionar y pedir la ayuda necesaria. Por lo que se recomienda un proceso continuado, profesional y especializado, tanto a las personas diagnosticadas como acompañantes para facilitar el cuidado y beneficio de tod@s en el periodo estival.