Cada escapada con los chicos de AMAI TLP es una auténtica aventura. Tiro con arco, paseos interminables, naturaleza o simplemente conversaciones con amigos, hacen de estos 5 días una experiencia que deja con ganas de más.
Nuestros chicos nos cuentan como la vivieron. A mi personalmente, me ha dejado sin palabras.
Día 1. La Vuelta al Escorial más Increíble
Otro año volvemos a El Escorial para poner en práctica lo que hemos aprendido.
A las diez de la mañana nos hemos reunido en la puerta de la Asociación cargados con el equipaje y con las pilas cargadas para vivir la experiencia. Los nervios no han dejado dormir a más de uno y queríamos llegar cuanto antes, tanta prisa había que el trayecto desde Madrid hasta El Escorial se ha hecho corto.
Hoy el día ha servido para ponernos en contacto con el entorno, conocer el albergue y hacer la compra. El equipo encargado de la cocina ha preparado una ensalada de pasta para comer que si bien olía… mejor sabía, después una siesta y paseo hasta el pueblo para tomarnos un café y disfrutar del buen tiempo que ha hecho. El Escorial es un lugar ideal para disfrutar de la naturaleza, está lleno de flores, plantas y animales que se unen formando un conjunto bucólico perfecto para alegrar los sentidos.
Una vez de vuelta en el albergue nos esperaba la cena. De nuevo el equipo encargado de la cocina se ha lucido preparando un pescado delicioso que se ha llevado un aplauso bien merecido, así que podemos decir que son unas cocineras fantásticas ¿Conseguirán los siguientes estar a la altura? Mañana lo sabremos.
Día 2. Campamento
Nos levantamos por la mañana sin imaginar lo bien que lo íbamos a pasar. Para hoy nos tenían preparada una actividad sorpresa muy chula y como confiamos en los monitores nos dejamos llevar.
El desayuno ha sido por partes, levantarse por la mañana cuesta un poco, pero muy animados desde primera hora. Enseguida el equipo de Luis, el equipo encargado de cocinar hoy, se ha puesto manos a la obra para preparar la comida, día de tortillas de patatas y cinta de lomo
A eso de las once de la mañana hemos salido rumbo a la aventura. Tocaba piscina y la ya mencionada sorpresa. Tranquilamente un paseíto hasta la estación de autobuses, este año la piscina no era la misma del año pasado, ésta está un poquito más lejos, era la del camping de El Escorial que está más retirada. Sabíamos que sería climatizada y con el calor que hacía parecía que no apetecía mucho meterse en agua caliente.
El autobús nos ha dejado muy cerquita del camping pero hemos tenido que andar un poco. El camino, una pequeña carretera, está al lado de una finca de caballos, ¿sería cabalgar el secreto? No, mucho mejor 
¡Tiro con arco! La gran mayoría no lo habíamos hecho nunca.Los monitores nos han hecho una clase exprés enseñándonos los conceptos básicos, postura, tipos de arco y flechas… no ha hecho falta insistir mucho y enseguida nos hemos puesto manos a la obra. Hemos comenzado lanzando a todas partes menos a la diana pero con la práctica ha salido el Robin Hood que llevamos dentro y las flechas ha ido parar al lugar que les corresponde. El tiro con arco engancha y ya hay pensamientos de continuar practicándolo cuando termine el campamento. El más preciso, Pablo, pero la más elegante, sin duda, ha sido Susana, menos mal que al principio no quería, pero verla tomar posición ha sido un espectáculo parar la vista. Dos horas que se han pasado volando.
Tocaba comer antes del baño. Muy ricas las tortillas de patata. Un café para resucitar y al agua. Cuando nos hablaron de la piscina nos contaron que sería cubierta y estaría caliente, pero al llegar nos hemos encontrado que no, el agua en su punto perfecto para un chapuzón porque el día se ha estropeado.
La lluvia nos ha respetado, ha dado tiempo a volver al albergue antes de mojarnos. Es un gusto escuchar el agua y oler la tierra mojada del campo. De cena unas hamburguesas y partida de rummy antes de dormir.
Día 3. Hoy: Todo trabajo tiene su recompensa
El día se ha levantado lluvioso y por un momento creímos que la actividad de hoy peligraba. Para hoy nos tenían preparada una ruta de senderismo sencilla, gente de todas las edades pasea por allí con sus perros. La mayor dificultad han sido las cuestas del pueblo que hay hasta llegar a la pista por la que teníamos que caminar. En este camino se puede aprender algo de botánica, las plantas y los árboles más significativos tienen un cartel con su nombre y sus características. Hemos tenido suerte y no ha llovido, pero ha refrescado lo suficiente como para que no se haga muy agobiante. Al llegar a un cruce había que decidir por donde continuar, así que Pablo y Luis han investigado por una zona empinada mientras los demás esperábamos a que nos dijeran si era transitable o no. Finalmente hemos subido hasta llegar a una zona rocosa para comer y desde la que se pueden contemplar unas vistas preciosas. La sensación de recompensa tras la lucha con el sedentarismo es increíble, uno se siente muy bien al saborear la victoria.
Después de la comida había que volver al pueblo pero no sin antes tomar un café tranquilamente. Sabíamos que a la vuelta tocaba tomar un helado, pero lo que no pensábamos era que había que ganárselo y para ello debíamos hacer una gymkana por el pueblo. Nos han dividido en dos equipos y cada uno tenía que seguir las indicaciones que íbamos encontrando en las pistas hasta completar un puzzle que terminaba en la heladería. Después de tanto trote terminamos agotados y lo único que se nos pasaba por la cabeza era tirarnos en las camas a descansar.
En los planes estaba ver una película esta noche, pero la cena ha sido muy tarde y teníamos demasiadas ganas de acostarnos.
Día 4. La Cocina ES lo Nuestro
Hoy ha sido el último día que hemos pasado completo en el albergue. Se notaba el cansancio pero aun así las ganas de quedarnos algún día más se palpaban en el ambiente. “Qué bien se está cuando se está bien” decía Paco Rabal en ‘Pajarico’ y nosotros estamos en la gloria. Descansar de nuestros follones mentales, que no son pocos, es muy necesario.
Los programas de cocina están muy de moda y nosotros no íbamos a ser menos, ¡nos han sorprendido con un concurso de cocina! Teníamos un presupuesto limitado para hacer un primer plato, un segundo y un postre. Un representante de cada uno de los tres grupos debía ir a comprar mientras los demás se quedaban en el albergue diseñando delantales. Cocinar para tanta gente en un principio puede resultar complicado, nos somos profesionales, pero hemos salido airosos y nadie se ha quedado con hambre. El primer plato unos filetes de merluza asados acompañados de puré de verduras. El segundo unas ricas filloas de carne muy contundentes y el postre una riquísima tarta de queso y fresas para chuparse los dedos. Todo puntuaba, desde la presentación hasta la explicación del plato y por supuesto el sabor.
Después de reposar la comida no podíamos irnos sin hacer una visita al monasterio. Es un sitio impresionante al que hay que ir para comprender como vivía Felipe II rodeado de arte y lujo mientras caminaba por esos pasillos y habitaciones. Ahora el monasterio está habitado por los monjes agustinos ya que el rey se los cedió a la orden Agustiniana.
Después de la cena, para acabar por todo lo alto jugamos a Pasapalabra, con roscos y todo. Los mismos equipos que habíamos participado en Master chef ahora nos tocaba poner en práctica nuestros conocimientos en cultura general. Fue muy divertido darnos cuenta que sabemos más de lo que creemos. Pero sin duda, lo más emocionante fue el reparto de diplomas que nos dieron al final de las partidas. Cada uno fuimos recibiendo un título en el que se indicaban las características que habíamos demostrado durante la semana.
Día 5. Sin Vosotros, nada habría sido igual
Se acabó lo que se daba este año. Esta mañana ha tocado recoger el equipaje con algo de pena. Han sido unos día fantástico en los que hemos tomado consciencia de la valía y el potencial que tenemos cuando estamos a gusto y que durante del resto del año queda oculto por los miedos y la inseguridad.
Estamos muy cansados, lo que significa que estos días han sido intensos y sobretodo muy, muy divertidos. Hemos convivido con gente que no conocíamos; hemos superado retos que en un principio creíamos imposible; hemos sido capaces de ignorar el mal tiempo porque las ganas podían; hemos reído; hemos hecho el payaso; hemos roto nuestras propias reglas; y muchas cosas más.
A pesar del cansancio que mencioné anteriormente, todavía nos quedaba fuerza para un acto más y cuando llegamos a Madrid, sin dudarlo, comimos y nos fuimos a las jornadas del TLP para hacer un repaso y un recuerdo de lo que a veces nos olvidamos. Aún nos queda algo de camino para continuar trabajando por esa estabilidad tan necesaria que hemos palpado estos días en El Escorial.
Esperemos que el próximo año se vuelva a repetir.
Y por supuesto un agradecimiento y muchísimo cariño para Belén, Lola, Luis y Pablo. Sin vosotros esto no habría resultado igual.
