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Una de las primeras cosas que tenemos que considerar es que las crisis se manifiestan de forma diferente para cada uno de nosotros.

Y ¿Qué podemos hacer cuando una persona cercana a nosotros entra en crisis?

Si bien es cierto que hay comportamiento que pueden experimentar todas las personas que tienen diagnostico de TLP, la configuración de esos comportamientos así como el circuito por el cual transitan es diferente. Por lo que cada persona manifiesta crisis de diferente modo con diferentes cualidades. Por lo que le sirve para alguno no necesariamente sirve para todos. Por lo que lo primero que tenemos que aprender es a reconocer como alguien cercano entra en crisis y que es lo que es una crisis para él.

 

Conoce el porqué de la crisis

Generalmente las crisis están acompañadas de una ansiedad muy grande, que desborda los modos de comportamiento habituales. Es una tensión de una magnitud tan alta que se llega experimentar sufrimiento y dolor. La propia persona no puede controlar los comportamientos que realiza. Esto es debido a que son formas desproporcionadas y caóticas. Y lo que buscan es eliminar y cortar de raíz el malestar y el sufrimiento que esta sintiendo en ese momento.

Esta situación genera mucha angustia en las personas que están alrededor, provoca miedo o impotencia. Esto lleva, a que muchas veces se manifiesta con ira o enfado, y actuamos de forma que contribuye a aumentar las angustia que siente la persona que está en crisis. Es una espiral peligrosa, que en las peores ocasiones necesitan de medidas abruptas para reducir una situación que se nos va de las manos.

 

¿Qué hay que tener presente?

Entiendo que una de las primeras cosas que tenemos que tener presente cuando estamos ante alguien que tiene una crisis, es que nosotros mismos seamos capaces de tolerar nuestra propia angustia, ansiedad, miedo e impotencia que genera la situación. Si no somos capaces controlar nosotros esas emociones no seremos capaces de calmar a la persona que está en crisis. Es imprescindible estar junto a la persona que se encuentra en esa situación de una forma “calmada”. En la que además, se pueda trasmitir la sensación que juntos podemos encontrar una solución para que ese malestar pase, y que es una situación que puede durar poco tiempo. Hay que ser capaz de escuchar, sin emitir juicios, sin crítica, sin apresurarse a la acción.

También, es importante tener a mano una serie de teléfonos de ayuda u opciones a las cuales poder recurrir. Estas opciones se deben tener en cuenta para la búsqueda de alternativas. Por ejemplo: «¿Quieres que llamemos al psiquiatra?», «¿Necesitas alguna medicación que te haya pautado el médico para estas ocasiones?», «¿Se puede hablar con tu psicólogo?». O alternativas como: «¿Crees que sea necesario llamar a una ambulancia?», «¿Te acompaño a urgencias?». Pero todas ellas, tienen que ir acompañadas de una actitud serena, respetuosa y no en tono de imposición. El hecho de preguntar con respeto le ayuda a pensar las opciones que existen para hacer frente a su malestar. El que pueda pensar las alternativas puede contribuir a que se ordene, y a que se focalice en buscar soluciones, lo que favorece a distraerse del malestar.

Se le puede preguntar qué cosas le suelen ayudar a calmarse. Y además, ayudar a definir una situación en la que podría sentirse mejor, «¿quizás en tu habitación puedas estar más tranquila?», «¿Nos sentamos cerca de la ventana y tomamos el aire?», «¿Buscamos un sitio más silencioso?» o «¿Te apetece salir a caminar?».

 

¿Qué debemos tener en cuenta?

Es importante ayudar a distraer la atención. Para ello, se utilizan técnicas como sentir un hielo en la mano, o usar una goma en la muñeca y darse con ella. Esto, ayuda a descentrar la atención en el malestar y focalizarlo en otra sensación intensa, pero menos agresiva y dañina.

La actitud de la persona que acompaña en una crisis debe ser tolerante, cuestionar la intensidad o la gravedad de la situación con frases como: «No es para tanto», «No tienes que ponerte así por esa tontería» o «Tú lo que tienes que hacer es dejar de pensar chorradas», invalidan las emociones de la persona a la que queremos ayudar. Por lo que puede producir un efecto contrario al esperado, ya que estas expresiones señalan que eres incompetente emocionalmente por qué no sabes gestionar una tontería. Así como, que eres alguien exagerado, o manipulador, minimizando las preocupaciones o sentimientos. Y generando la sensación en las personas en crisis de incomprensión, de soledad, de ser raros, aumentado el malestar y su sufrimiento.

 

Conclusiones

En general la actuación de alguien que acompaña una crisis, debe ser la de buscar alternativas que contribuyan a disminuir la intensidad emocional, desde la calma del que acompaña (sin introducir más ansiedad en la interacción), para desde allí buscar alternativas que ayuden a tolerar el malestar, dolor y sufrimiento que se padece.

Recursos como la medicación, asistencia a urgencia o llamadas al médico ayudan a contener los comportamiento incontrolados. También, los recursos que buscan espacios más calmados o ayudar a aislar de la sobre estimulación, así como recursos que faciliten distraer la atención del malestar, faciliten la ruptura de una escalada o la interacción calmada tranquila son de ayuda. Ya que todos ellos, contribuyen a introducir palabra y reflexión al comportamiento y todo ello hace que el malestar sea más tolerable. Hasta que paulatinamente la persona se reorganiza, se repone y se tranquiliza.

Tenemos que ser muy conscientes que si no podemos ayudar a tolerar una crisis lo mejor es acudir a una urgencia hospitalaria o bien a lugares especializados. Ya que aun cuando tengamos la mejor intención de ayudar, podemos sin querer contribuir a la escalada de una crisis.