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Afrontar y resolver conflictos con éxito, no es tarea fácil. El manejo del estrés y conocerse a sí mismo parece algo importante para ello, y aunque pueda sonar sencillo, el que nos cueste reconocer nuestras emociones y que el estrés nos inunde, suele ocurrir con más frecuencia de lo que pensamos. 

Cuando esto ocurre, no podemos prestar atención a todo lo que nos pasa, el estrés interfiere en; nuestra capacidad para leer con precisión la comunicación no verbal del otro, para escuchar lo que el otro está diciendo en realidad, la capacidad de ser consciente de los propios sentimiento y de conocer las propias necesidades y la capacidad para comunicar con claridad lo que uno necesita. Todo ello irá haciendo que la comunicación se dificulte y no lleguemos a buen puerto.

 

¿Cómo se resuelven los conflictos?

Para resolver con éxito un conflicto, es importante pues, desarrollar dos competencias indispensables: la capacidad de reducir  el estrés en el momento necesario y la capacidad de seguir estando lo suficientemente cómodas con las propias emociones como para reaccionar de manera constructiva, incluso en medio de una discusión.

Ser capaz de gestionar y aliviar el estrés es clave para mantenerse centrado y para mantener control. Cuando las personas no somos capaces de mantener el control sobre nosotras mismas, nos podemos sentir abrumadas en situaciones de conflicto y actuar impulsivamente siendo más difícil responder de manera saludable.

Por otra parte la conciencia emocional es clave para la comprensión de uno mismo y de los demás. Ayuda a gestionar los sentimientos propios de manera apropiada, sustentando la base del proceso de comunicación necesaria para solucionar desacuerdos. La capacidad para manejar el conflicto depende de estar conectado con estos sentimientos, entender lo que realmente está molestando a otras personas, a entenderse a uno mismo (incluyendo lo que realmente nos preocupa), a mantenerse motivado hasta que se resuelva el conflicto y a comunicar de forma clara y eficaz.

 

¿Y si padezco TLP?

Las personas que han recibido un diagnóstico de TLP, se encuentran a veces con dificultades para la regulación de las emociones. El origen de ello puede ser la confluencia de factores ambientales; como por ejemplo, contextos invalidantes en la infancia, la vivencia de experiencias traumáticas  en interacción con algunos otros factores. Estas experiencias en la infancia producen ciertas discordancias entre lo que las niñas y niños experimentan y describen, como son sus emociones o validaciones de la realidad y lo que el medio describe sobre tales experiencias. Con el tiempo esto puede ir dificultando el poder lograr una adecuada descripción de lo que le ocurre, siente o piensa el niño/a en crecimiento. 

En la edad adulta pueden resultar en la combinación de respuestas emocionales intensas, la dificultad para regularlas, además de un comportamiento impulsivo y una actitud crítica hacia las propias emociones. Y de este modo  producir un importante sufrimiento y con frecuencia dificultades en las capacidades de afrontamiento de problemas y resolución de conflictos. 

De ahí que facilitar el desarrollo de estas capacidades de regulación emocional y de estrés importantes en la resolución de conflictos sean aspectos importante en el proceso personal o terapéutico. 

Aprender a resolver los conflictos de manera saludable aumentará la comprensión de sí mismo, del otro, generará confianza y fortalecerá las relaciones, sean del tipo que sean.