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Miguel Ripoll

Musicoterapia (Segunda parte)

Por Fundación AMAI - TLP, Sin categoría, TLP y la Salud Mental

Continúo con las palabras de mi colega Antonio, sobre el valor terapéutico de la música dentro de los tratamientos para el trastorno límite de la personalidad.

Primero, es importante resaltar que la musicoterapia es una herramienta dentro del proceso terapéutico, pero que esta es solo una técnica de apoyo y que carece de valor sino se complementa debidamente con una psicoterapia personal y un adecuado tratamiento farmacológico, en los casos que este indicado.

Es importante definir el termino musicoterapia, refiriéndose a él como al uso de la música y/o sus elementos (ritmo, melodía, etc.) por un profesional cualificado para ello, con un paciente o grupo, para facilitar la comunicación, las relaciones, el aprendizaje, los vínculos para las necesidades emocionales, físicas, cognitivas del individuo o del grupo (Korejwo, 2012).

La musicoterapia es una herramienta que se utiliza sobre todo para el trabajo dentro del espectro de las emociones, en lo que refiere a TLP. Es decir, su valor se constituye como un medio adecuado para identificar, regular y profundizar dentro de las emociones.

La musicoterapia no considera que la música en si misma pueda curar. Lo que promueve es una forma de terapia en la que la técnica es la música. No existen por ello recetas generales. No hay una música que tenga un mayor poder sanador y otra menos.

A continuación, explico cómo se debe organizar en grandes rasgos este tipo de sesiones. La musicoterapia requiere de una sala insonorizada, consiste en sesiones semanales o diarias. Pueden ser grupales o individuales. El planteamiento del trabajo estará en función de las necesidades del paciente.

Cada sesión contará con una fase de calentamiento durante la cual, el objetivo es que el terapeuta entre en contacto con el paciente y evalúe su estado emocional. Posteriormente se elige el material a trabajar, una melodía concreta, el uso de la propia voz, etc., y se inicia la sesión. El objetivo aquí será la interpretación por parte del paciente de las diferentes músicas en conexión con su estado emocional.

En musicoterapia se puede trabajar de diferentes formas:

  • De forma activa: consiste en cantar, moverse, tocar instrumentos.
  • De forma receptiva: métodos de relajación, escucha musical, imaginación guiada por el terapeuta.

La musicoterapia es una de las herramientas utilizadas por los terapeutas para el tratamiento con el espectro autista, se busca con ello, la mejora de las conductas sociales y de comunicación. Estos puntos son las bases de esta técnica en el trabajo con TLP.

La música se utiliza con el objetivo de mejorar la comunicación verbal, la identificación de emociones y el desarrollo social. Para ello, las técnicas más utilizadas son el uso de canciones compuestas y su escucha, además de la terapia de música de improvisación, en donde los sujetos a través del uso de un instrumento deben acoplarse a una melodía de fondo.

El aspecto no verbal de la música, ayuda a fortalecer el vínculo paciente-terapeuta, esto conlleva el uso de la música como forma de comunicación, evadiendo la utilización del lenguaje.

La música estimula la amígdala, por lo que evoca emociones en la persona. Esta manera de acceder a las emociones es muy útil en el contexto terapéutico, ya que permite el acercamiento a los afectos de una manera rápida. La musicoterapia es una técnica no invasiva, y motivante, ya que la música posee estas condiciones, siendo un arte que gusta al grueso de la población. Por ello, la musicoterapia tiene buena acogida y efectividad con los pacientes (García-Allen, 2015).

Estas son solo algunas pinceladas sobre la musicoterapia, pero es un tema que necesita de su profundización teórica para poder desarrollarla. Resaltar que es una herramienta válida para el trabajo con esta patología, en su adecuado contexto.

Finalizo este artículo con las palabras de un afamado neurólogo y escritor, con varios best sellers a su espalda fundamentados en estudios sobre casos sobre personas con enfermedades neurológicas, Oliver Sacks afirma que los seres humanos “somos una especie tan lingüística como musical” (Sacks, 2009).

 

 

Referencias bibliográficas:

– García-Allen, J. (2015) La musicoterapia y sus beneficios para la salud. Psicología y Mente.

https://psicologiaymente.net/vida/musicoterapia

– Korejwo, M. (2012) El uso de la musicoterapia en el autismo (Tesina de Máster de Musicoterapia). Instituto superior de estudios psicológicos, Pamplona.

– Sacks, O. (2009) Musicofilia, relatos de la música y el cerebro. Barcelona: Anagrama.

El Deporte como herramienta terapéutica

Por TLP y la Salud Mental

El deporte, como bien sabemos, tiene tremendos beneficios para las personas, pero no es una herramienta muy reconocida en los procedimientos terapéuticos.

Por ello, en este artículo, se hablará de los aspectos positivos de introducir un hábito de actividad física en la rutina de las personas que padecen una enfermedad mental y que, a su vez contribuyen al progreso terapéutico.

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TLP ¿Trastorno o enfermedad?

Por TLP y la Salud Mental

Según el DSM, el trastorno límite de la personalidad es definido como un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad, con una notable impulsividad.

Establece su inicio en el comienzo de la edad adulta constatándose en diversos contextos. Descrito el TLP, podríamos proceder a entender los diferentes síntomas que lo conforman.

Pero, ¿los síntomas nos hablan de una enfermedad o de un trastorno?

Un síntoma es el signo inequívoco de un funcionamiento anómalo de alguna parte de nuestro cuerpo. Un ejemplo, si tenemos dolor en un brazo es un síntoma, pero su origen puede ser muy dispar y depende de varios elementos. Es decir, si es un dolor en el brazo izquierdo, podemos estar ante una enfermedad cardio-vascular. Si el dolor es agudo e intenso, podemos estar ante una fractura ósea. Pero si el dolor solo aparece al realizar algún movimiento, puede ser una simple fatiga muscular o tendinosa. Llegamos a la conclusión de que un síntoma puede estar provocado por diferentes causas y su diagnóstico dependerá en gran medida de su funcionalidad y estructura.

Podemos comprender por tanto la dificultad y relevancia de un diagnóstico acertado. Es por ello, que el estudio de los síntomas, la estructura y la etiología son fundamentales para su adecuada intervención.

Describíamos el TLP como un patrón generalizado de inestabilidad en diferentes ámbitos de la persona.  Y dentro del concepto de enfermedad deben estar presentes los síntomas que lo conforman y/o la causa biológica conocida que los sustenta.

Podríamos pues, incluir al TLP como una enfermedad, ya que, aunque no se conocen de forma unívoca las causas biológicas que lo provocan, si se conoce una lista de síntomas que lo definen.

Entonces, ¿por qué se define como un trastorno y no como una enfermedad?.

El trastorno se comprende como un estado de salud alterado, provocado o no por una enfermedad.

El TLP por tanto, se puede incluir también en esta concepción clínica. Entendiendo que el concepto de trastorno, se utiliza comúnmente en el ámbito de la salud mental. Y se comprende como un cambio desadaptativo que genera malestar en la persona, afectando a sus procesos mentales.

El uso de este término, trastorno, viene provocado por el desconocimiento de si las alteraciones bioquímicas del organismo asociadas a los desajustes psiquiátricos, justifican el desarrollo de los síntomas propios de una enfermedad mental.

Desde la perspectiva epigenética, se está estudiando la etiología de estas dificultades, desde la relación entre la persona y su entorno conjugado con su carga genética. Lo que da como resultado síntomas conductuales, reflejo de las alteraciones bioquímicas que sufre la persona.

Es por ello, que se asocia el concepto de trastorno, a aquellos estados anormales y alteraciones de la salud que sufre una persona, mientras que el concepto de enfermedad, es utilizado cuando se conoce de forma inequívoca la etiología de los síntomas que producen la alteración en la salud.

¿Conclusión?

Tanto el concepto de enfermedad, como el de trastorno, son concepciones clínicas que pretenden clarificar y organizar, pero como acabamos de ver en el caso de los trastornos mentales, las diferencias son tan intrincadas que se puede caer en la confusión.

Esclarecer que el concepto de trastorno, sirve para describir las señales de la alteración de la salud en la que se encuentra una persona, mientras que el de enfermedad señala una relación de causalidad, porque incluye las causas concretas de la falta de salud.

Por tanto, entendiendo que las causas del TLP todavía no están definidas claramente, pero sabiendo que su etiología es multifactorial, se comprende que el trastorno mental no puede ser definido como algo fijo, inamovible y sustentado únicamente en un déficit biológico de origen genético, sino como algo dinámico, cambiante y que afecta a diferentes ámbitos de la persona, sin conocer cual sustenta o provoca cual.

Por ello, su posición dentro de un criterio clínico u otro no es relevante, siéndolo entender su funcionamiento y estructura que lo conforman.

Es importante por último resaltar, que la enfermedad no es mas grave que el trastorno ni viceversa, y no son términos para definir una dificultad, sino preceptos clínicos para su organización y comprensión.